miércoles, 15 de junio de 2011

TADEY CONTRA PONCE EN CADENA DE LA VERDAD

Reconto II  Respuesta a Silvia Tadey
En la década del 80 trabajé en la Secretaría de Prensa de la Municipalidad de Moreno. Lo nuestro era una militancia activa tanto desde nuestros lugares de trabajo, del periodismo (ya en esa época yo brindaba por un periodismo militante), como desde nuestro laburo en los barrios. El Intendente en ese momento era Coco Lombardi, un compañero comprometido como pocos con el proyecto liberador. Ante la política infame de Carlos Menem el dinero escaseaba en todas partes, (salvo –sabemos- en los centros de poder), por lo cual recuerdo como si fuera hoy, un discurso en donde dijo “que iba privilegiar comida en los barrios antes de colocar lamparitas en las calles”; su actitud, y el duro y conocido enfrentamiento con La Rata de  Casa Rosada, le valió una tremenda campaña en contra por la que perdió las elecciones frente a Julio Asseff (un ex comisionado del proceso). No voy a olvidar la amargura, que nos invadió hasta los huesos, sobre todo la angustia de los compañeros en los barrios. Recuerdo también que Coco me llamó a su despacho (como a muchos otros) para ofrecerme la consolidación de mi cargo como de carrera para no quedar en la calle. Le agradecí, pero no lo acepté, mi cargo era político, era un compromiso con un Intendente acorde a mis pensamientos y mi ideología. Para mí, trabajar con un hombre del proceso era una traición a mis ideas y sobre todo a 30.000 compañeros desaparecidos. No me sobraba el dinero, ni los trabajos, me fui a trabajar de moza en un country de Francisco Álvarez, pese a mi formación y mis estudios, pero ya sabemos que en ese momento ser ingeniero equivalía a manejar un taxi. Podría, a partir de este relato, describir uno a uno los lugares en donde puse (pusimos) el cuerpo y la militancia, hablar de mis cargos en Utpba, en CTA, pero no viene al caso, me suena bastante patético el auto bombo. Sin embargo lo quería aclarar porque Silvia Tadey no nos vio a muchos en las luchas más intensas, yo tampoco la vi a ella, no quiere decir que no haya estado, éramos bastantes los que resistimos, gracias a Dios.
De allí en más desilusión tras desilusión, mi esposo y yo ya no creíamos poder ver cumplidos todos los sueños que nos llevaron –desde muy jóvenes- a la militancia. Hasta que llegó Néstor, y comenzó a trabajar por este Proyecto Nacional y Popular que fue levantando un país desbastado y sobre todo, donde la única ilusión era salir del hambre, sin banderas, sin políticas, sin confianza, simplemente con una consigna “que se vayan todos”.  Pero el pueblo comprobó esa VERDAD de Néstor cuando aseveró “no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada” aseveró y cumplió; el pueblo  acompañó y acompaña este cambio, ni hablar de los jóvenes que como en los 70, se sintieron no el futuro (declamado hasta el hartazgo por los candidatos mentirosos) sino el presente, donde militan, opinan, deciden.  No voy a enumerar aquí todos los logros de Néstor entonces y Cristina ahora, no hace falta, ya todos lo sabemos, sobre todo los más pobres que consiguieron trabajo, que accedieron a esa jubilación mucho mejor paga, y a enviar a sus hijitos al cole, vacunados, protegidos, con nuevas zapatillas, mochila, abrigo, y computadoras. Silvia Tadey (Libres del Sur) era parte de este gobierno, hasta que su dirigente (H. Tumini) decidió apartarse del mismo. Las acusaciones son muchas y serias, hasta llegaron a denunciar a nuestra Presidenta “denuncia penal contra la presidenta Cristina Fernández y el ministro de Economía Amado Boudou, por “abuso de autoridad y administración fraudulenta de bienes públicos”, en relación con el consentimiento y la aplicación del decreto de necesidad y urgencia 2010/09, oficializado el pasado 15 de diciembre, fondo del Bicentenario” (fuente Diario Chaco).
En su nota Reconto, Silvia Tadey utiliza mucho la letra z para ponernos a la altura de una ideología de la muerte; en este contexto actual en donde no se reprime a nadie, y se valora la vida misma por sobre todas las cosas. Acusa a diestra y siniestra a quienes –según ella- “se benefician” con planes o dinero del gobierno nacional porque son funcionales al mismo. No reconoce ningún logro, deposita la duda en prácticamente toda la acción social cual discurso de la más pedante derecha. Me extraña, se de su capacidad intelectual y su compromiso anterior con las luchas populares. ¿Quién ignora que puede haber errores en algunas de las construcciones diarias? ¿Quién no sabe que debemos profundizar el modelo, pero en un marco posible, con las dos cámaras a favor y no como ahora, que trabajan en destruir cada logro pero jamás proyectar para el bien común? ¿Desconoce ella, con su militancia a cuestas, que si Cristina concretara “de golpe” todo lo que pretendemos duraría a lo sumo una semana, en un país atravesado por ideas liberales, con monopolios hegemónicos cómplices de las más brutales dictaduras, en donde se debe avanzar más que “tan rápido” de forma “más segura”?
Silvia Tadey hace eje sobre todo en Enrique Ponce, a quien ataca de manera despiadada, no voy a repetir aquí todas las acusaciones que por supuesto rechazo. El malestar se produce indudablemente porque Silvia Tadey no cuenta ya con un cargo nacional; donde –según se cuenta a voz en cuello- hacia su campaña anti Cristina.
Vuelvo al principio, si uno tiene un cargo político, debe renunciar si ese gobierno ya no acuerda con su propia ideología. Por ética, y sobre todo para sustentar esa ideología que la vuelve enemiga del proyecto. En ese sentido, hay un libro que habla de la ética de manera profunda, es de G. García Márquez y se llama “El Coronel no tiene quien le escriba”. El relato es sobre un coronel, su esposa, y su hijo militante que no aparece. En aquella historia también existe un gallo que es justamente del hijo que se añora; pero el hambre es fuerte, y la esposa se rinde rogando al final de la historia que venda el gallo.
Transcribo literalmente; La mujer se desesperó “y mientras tanto que comemos”, pregunto y agarro al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía, “dime que comemos”. El coronel necesitó setenta y cinco años –los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explicito, invencible en el momento de responder:
-Mierda.
Silvia Tadey no es una mujer carenciada. Tiene capacidad, inteligencia para trabajar en cualquier otro lado. Su gallo deberían ser sus principios.
                                                                                 Lorena Cormick


2 comentarios:

Lucia de Funes dijo...

Lorena Cormick, es evidente que no conoce la otra faceta de Enrique Ponce, solo conoce esa del defensor de los DD.HH,del Municipio, cuando empieza a conocerlo te das cuenta que es una persona que beneficia a unos y perjudica a otros en los programas del Ministerio, es decir le interesa como pensé, no lo que hacé,y según cual sea tu ideología te otorgara un plan nacional, es un hombre que anda a gritos por la vida, yo lo oí y escuche cuando hace un tiempo fui a la oficina de Balcarce, es intolerante, prejuicioso,tiene una lista negra de personas que no atiende, porque según el no apuestan al proyecto nacional, es una persona mentirosa que le promete a las asociaciones del interior cosas que después no cumple. Te aclaro no soy militante política, soy madre de un discapacitado que aun espera.

Lucia

Juan Carlos dijo...

Yo tengo una opinión muy distinta, a mi me parece un excelente compañero que lleva adelante la política del Proyecto Nacional y Popular, y se enoja cuando algún "funcionario" utiliza su trabajo para denostar a Cristina. Estoy con él, como estoy con este Gobierno.