viernes, 15 de julio de 2011

BOLIVIA por Eduardo Lagilla

Comentado la noticia en La Tuerta del 28 de Junio del 2011
  "EXISTE UNA VERDADERA REVOLUCIÓN EN BOLIVIA"

 El diario socialista El Combatiente se pregunta si es cierto que hay una revolución en Bolivia, para darse una respuesta se apoya en la opinión de otro proclamado revolucionario César Zelada y juntos acusan de reformistas Tanto a Evo Morales como a su vicepresidente García Linera.    Apoyan su opinión en que el poder de la oligarquía no se destruye con negociaciones, que es incorrecto el camino del dialogo y  de los acuerdos,  Proponen audacia,  el desarrollo de tácticas, programas y consignas adecuadas, que canalicen las energías de las masas hacia la toma del poder. En esas condiciones la toma del poder se resuelve aniquilando al oponente, sin dialogo ni acuerdo que valga  del contenido de su nota se desprende que si no se hace a los tiros y derramamiento de sangre no es posible la revolución.   Ese era el camino  que proponía la oligarquía dominante en la media luna cuyo ejemplo más brutal fue la masacre de Pando y asesinatos varios en aquel intento del golpe de estado.  El que gracias a la lucidez y participación de las masas fue abortado.  No existe el manual del revolucionario. Un pueblo con altísimo grado de pobreza, subdesarrollo, sin acceso a mínima atención a la salud y precariedad habitacional analfabetismo y súper explotación acumula de sobra las condiciones objetivas para impulsar un proceso revolucionario.  Pero Lenin el revolucionario por excelencia dijo que si no coinciden las condiciones objetivas con las condiciones subjetiva es imposible hacer la revolución.                                                                                                                                                                               Cuando el gobierno de Bolivia dijo que el pueblo no está preparado para hacer la revolución se refería justamente a esta condición indispensable de la subjetividad revolucionaria, el cómo hacer para producir cambios y que cambios. Hubo y hay muchos pueblos que viven en condiciones de explotación y nunca se plantearon la revolución.                                                                                 Las condiciones subjetivas no están ligadas a las objetivas y si para algo sirve la realidad justamente para comprobar estas aseveraciones, miremos como votó el pueblo de las Capital Federal de la Argentina.  Sus condiciones de vida son superiores notablemente a las de otras en el resto del país y no solo en lo económico poseen la mayor  oferta cultural y del más alto nivel de Latinoamérica o sea que educación no les falta y vota por el gobierno más inepto que alguna vez tubo la Capital Federal, quien privilegia los negocios privados por encima de la atención pública.                                                                                             Pero cuando un pueblo se vuelca masivamente a defender a un gobierno elegido por ellos frente a un intento orquestado por la embajada de EE.UU. y esa oligarquía que este articulo hace referencia y lo detiene, comienza a construir el pensamiento subjetivo, a afirmar el camino de la revolución.  Mientras el gobierno  provee mejores condiciones de vida, viviendas dignas, gas natural en esas viviendas para un pueblo que dueño del gas, no podía consumirlo ni disfrutarlo, construye escuelas, hospitales y fábricas, comienza a darle sentido  al gobierno popular y la gente comienza a entender que es lo que hay que defender, por qué y para quien, y sin proponérselo el pueblo comienza a ser subjetivo.                                                                                                                                                          La izquierda impaciente que quiere construir desde solamente la utopía, no solo no construye sino que se opone inconscientemente a la construcción de una sociedad superior camino al socialismo; lo hicieron en Chile oponiéndose a Salvador Allende saboteando en las fábricas y en los campos exigiendo el socialismo ya, olvidándose que habías sectores de la pequeña burguesía y del campesinado pobre, que no entendía por dónde iba el proceso y que en vez de sumarse, fueron la contra para el gobierno popular contribuyendo a su caída y derrota.  Estos izquierdistas no tuvieron tiempo de reconocer su  equivocación, desatado el demonio del golpe, los cadáveres de sus máximos líderes caídos junto a los nuestros rellenaron las fosas comunes de la derrota y retroceder fue inevitable.                                     
                                                                                  Eduardo José Lagilla

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